¿CUÁNDO DEBO TOMAR POLEN?
Las
“curas” de polen durante cierto tiempo son muy adecuadas para recuperar
fuerzas después de estados convalecientes, en casos de fatiga o
cansancio crónicos o semicrónicos, astenias primaverales u otoñales,
debilitamientos en general, apatías y anemias, ya que aumenta la
producción de hemoglobina, en pocas palabras, renueva la sangre.
Es un buen ayudante para el hígado: sus glucósidos predigeridos aumentan y facilitan la formación del glucógeno
que se almacena especialmente en este órgano, de ahí su ayuda para
cansancio o la anemia antes mencionados. Por otro lado se ha observado
un efecto corrector en altos niveles de colesterol.
Asimismo da buenos resultados en problemas de la menstruación o trastornos de la menopausia
asociados a inflamaciones de estos tejidos, así como de la próstata o
incluso de las vías respiratorias. Aquí incluiríamos al cerebro, y con
él, un aumento de la concentración y la memoria y la motivación en
general, siendo especialmente apropiado para los ancianos.
Tomado con regularidad, es un complemento excelente para casos de depresión
y ansiedad, irritabilidad y neurastenia. Aporta energía rápidamente, y
es un regenerador de primera calidad. Incluso se habla de que es capaz
de restablecer algunas proteínas que se rompen debido a frecuentes
exposiciones a radiaciones.
Desde la caída del cabello (el polen contiene cistina,
de la que hay un 17% en el cabello), hasta el reumatismo y la artritis, y
prevenir la gripe, actuando como barrera inhibidora de ciertos
gérmenes, podemos decir de él que es un remedio bastante universal, eso
sí, tomado con constancia. No se trata de ningún producto milagroso ni
cura nada de repente, sino más bien de una aportación extra para el
cuidado de la salud, casi a modo de higiene.
http://nutricion.doctissimo.es/vitaminas-minerales-y-suplementos/fitoterapia/cura-polen.html#ancla3
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